Ficha del festejo
14 de marzo, 2ª de
Fallas. Lleno. Toros de Victoriano del Río bien presentados pero, en general, a
menos. Sobresalió el cuarto.
Morante de la Puebla:
pitos y oreja tras aviso
El Juli: saludos tras
aviso y oreja
Daniel Luque: oreja y
ovación tras aviso
Valencia (Esp.) No
se elige lo que se recuerda. Pero si podemos saber porqué lo recordamos.
Porque jamás lo habíamos aprendido. La vida, el arte, el sentimiento, la
pasión, ni se entrena ni se aprende. Surge. Viene y va. Y
es ejercicio de recuerdo. Lo que se aprende y se trabaja es asunto para la
memoria. Recordar es asunto de vida, memorizar es asunto de
trabajera enciclopédica. ¿Por qué recordaremos hoy a Morante? Porque hace
el toreo que no se entrena, el que no se aprende, el toreo que surge. De
puntillas, en medio de lo inesperado, tres lances de recuerdo para
prologar una obra de arte natural, con armonía en los trazos, inspirada, con el
ritmo que marcan cintura, muñecas y corazón. El arrebato contra lo vulgar,
como la corrida de Victoriano del Río, muy mejorada por un impresionante El Juli y un torero en
fase de crecer, Daniel
Luque.
Morante no se entretuvo con ese manso primero que no
hizo más que buscar las tablas a toda costa desde que salió y se dedicó en el
cuarto a demostrar que las enciclopedias no hacen falta más. Que no hacen falta
libros ni fotos para ver a Belmonte y a Joselito 'El Gallo', porque los dos
juntos están en él, y con los ritmos y comportamientos del toro de ahora. El
toro de ahora, hablando en concreto, era un tostado listón que Morante dejó
crudo en el caballo y al que no se le conocían virtudes hasta que Morante enseñó que
podía embestir con ritmo y por abajo en cuatro verónicas excepcionales. Lo hizo
sin preparativos, sólo haciéndolo: así. Y en esa naturalidad está la clave de
bóveda de la fascinación que ejerce. La naturalidad la transforma el torero de La Puebla en la
torería con que se movió o hizo el toreo a dos manos, o en la inventiva que le
llevó a iniciar cada serie de una forma distinta, o en el valor que le permitió
pasarse los toros tan cerca como el que más y torear hondo y despacio, reunido
consigo mismo, sobre las dos manos. En Morante
está la sorpresa de la naturalidad y su toreo se graba porque está lejos de lo
impostado y lo aprendido. Es el toreo que no se entrena.
Después
de un emocionante recibo de capote y de dos esperanzadores quites, todo hacía
presagiar que El Juli
le iba a formar un lío a su primero. Pero el toro desarrolló un molesto
calamocheo y pronto recortó su viaje. Se metió entonces el de Velilla entre los
pitones con abrumadora seguridad. Tanta autoridad asustó al toro y encogió los
corazones de los aficionados. Sólo su mal uso de los aceros le impidió tocar
pelo.
En
cambio sí que cortó una oreja del quinto, un animal abanto de salida y áspero
en los inicios de faena al que El Juli aguantó algún gañafón hasta meterlo en
el canasto. Aunque el de Victoriano embestía a media altura, el madrileño supo
conectar con los tendidos a base de entrega y ceñimiento, sobre todo en las
manoletinas finales.
Daniel
Luque volvió a poner en escena su magnífico manejo del capote. Tanto en las
verónicas de recibo, pero sobre todo en la personal y torera manera de poner el
toro en suerte en el caballo con chicuelinas al paso. Quitó por cordobinas.
Buen toro mientras duró y buen inicio de faena del torero de Gerena, a pies
juntos, muy quieto y corriendo la mano con donosura. Fácil, muy templada la
faena de Luque, de torero puesto y en buen momento. Las luquecinas finales, de
nuevo sin enmendarse, provocaron el clamor en los tendidos. La estocada trasera
y un golpe de descabello precedieron a la concesión de la primera oreja de la
tarde.
Otra vez muy bien con la capa en el que cerró función Daniel Luque. El recibo primero genuflexo y ya de pie ganando terreno tuvo ritmo, empaque y buen gusto. En el quite, dejó unas chicuelinas con el compás abierto y una torera larga. "Aldeano" hizo honor a una reata tan ilustre y se prestó al lucimiento aunque sin descolgar. Sin probaturas Luque, que se fue a los medios, le dio distancia y se puso a torear de primeras. Labor animosa, con pasajes sueltos de interés pero un tanto falta de unidad. De nuevo las luquecinas como colofón y un feo metisaca que le privaba del trofeo y la consiguiente puerta grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario