Ficha del festejo:
26 de julio. 5ª y
última de abono de la Feria de Julio de Valencia. Poco más de media plaza.
Toros de Miura, desiguales de presentación y juego. Sobresalió 5º y 6º. Y uno
de El Ventorrillo lidiado como sobrero en 2º lugar, descastado.
Rafael Rubio
“Rafaelillo”: saludos tras aviso, oreja tras aviso y vuelta al ruedo.
Manuel Escribano:
saludos tras aviso, silencio y oreja.
Cuadrillas: Juan José
Esquivel se lució picando al tercero.
Miura cerraba la
Feria de Julio con una corrida interesante por sus dificultades y bondades, que
de todo hubo, aunque nunca facilidades. No tuvo el terrorífico trapío de otras
ocasiones, y mientras alguno marcó más peso del que aparentaba, otros no
gustaron a un respetable que pronto protestó su presencia, caso del escurrido
segundo que, además, fue sustituido por su falta de fuerzas por un sobrero de
El Ventorrillo que poco tenía que ver con lo que se espera que salga en una
corrida de este tipo.
Rafaelillo estuvo hecho un tío
toda la tarde. Perdió pie cuando ponía al que abría festejo en el caballo y el
Miura le pasó por encima como un tractor. Se encogió el alma de los presentes
como había sucedido cuando se había ido a recibirlo a portagayola y a
continuación le recetaba dos largas cambiadas de rodillas. Tiró de valentía el
murciano en la faena de muleta, aguantándole miradas malintencionadas y parones
que situaban los pitones a la altura de la faja del torero.
Inició su quehacer al
tercero con la diestra, y de inmediato se pudo comprobar las dificultades del
astado por ese pitón. Un cambio de mano largo y sabroso indicó que el izquierdo
era el lado para torearlo. Lo entendió a la perfección Rafaelillo, que basó su
labor al natural, con pases realmente largos y por abajo aunque el astado sabía
lo que se dejaba atrás, sobre todo a partir del tercer muletazo. Volvió a
intentar el toreo en redondo y la faena perdió limpieza pero no emoción. Fue
más lucha, más lidia, más cara a cara. Mató por arriba y consiguió su única
oreja.
Sin embargo, lo mejor
de Rafaelillo llegó con el quinto, un buen Miura que respondía con transmisión
cuando le bajaban la mano, lo que hizo el murciano con determinación y
seguridad. Por el pitón derecho tuvo que esforzarse más puesto que el animal se
empleaba menos, pero por el izquierdo logró protagonizar momentos realmente
brillantes, ejecutando naturales largos y sentidos que le hubiesen valido para
abrir la puerta grande de no haber fallado con el estoque.
Perdió las manos el
escurrido Miura que salió en segundo lugar –protestado de salida- y fue
sustituido por un sobrero de El Ventorrillo que embistió mucho pero sin clase y
sin emplearse. La buena voluntad de Manuel
Escribano se perdió en un maremágnum de pases que nunca
llegaron al tendido.
Le faltó convencimiento
para provocar de verdad al segundo de su lote, complicado porque se lo pensaba
antes de arrancarse a embestir.
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