sábado, 1 de agosto de 2015

Valencia ( 5ª de la Feria de Julio ): Rafaelillo y Escribano, oreja para cerrar.



Ficha del festejo:

26 de julio. 5ª y última de abono de la Feria de Julio de Valencia. Poco más de media plaza. Toros de Miura, desiguales de presentación y juego. Sobresalió 5º y 6º. Y uno de El Ventorrillo lidiado como sobrero en 2º lugar, descastado.

Rafael Rubio “Rafaelillo”: saludos tras aviso, oreja tras aviso y vuelta al ruedo.
Manuel Escribano: saludos tras aviso, silencio y oreja.
Cuadrillas: Juan José Esquivel se lució picando al tercero.

Miura cerraba la Feria de Julio con una corrida interesante por sus dificultades y bondades, que de todo hubo, aunque nunca facilidades. No tuvo el terrorífico trapío de otras ocasiones, y mientras alguno marcó más peso del que aparentaba, otros no gustaron a un respetable que pronto protestó su presencia, caso del escurrido segundo que, además, fue sustituido por su falta de fuerzas por un sobrero de El Ventorrillo que poco tenía que ver con lo que se espera que salga en una corrida de este tipo.

Rafaelillo estuvo hecho un tío toda la tarde. Perdió pie cuando ponía al que abría festejo en el caballo y el Miura le pasó por encima como un tractor. Se encogió el alma de los presentes como había sucedido cuando se había ido a recibirlo a portagayola y a continuación le recetaba dos largas cambiadas de rodillas. Tiró de valentía el murciano en la faena de muleta, aguantándole miradas malintencionadas y parones que situaban los pitones a la altura de la faja del torero.

Inició su quehacer al tercero con la diestra, y de inmediato se pudo comprobar las dificultades del astado por ese pitón. Un cambio de mano largo y sabroso indicó que el izquierdo era el lado para torearlo. Lo entendió a la perfección Rafaelillo, que basó su labor al natural, con pases realmente largos y por abajo aunque el astado sabía lo que se dejaba atrás, sobre todo a partir del tercer muletazo. Volvió a intentar el toreo en redondo y la faena perdió limpieza pero no emoción. Fue más lucha, más lidia, más cara a cara. Mató por arriba y consiguió su única oreja.

Sin embargo, lo mejor de Rafaelillo llegó con el quinto, un buen Miura que respondía con transmisión cuando le bajaban la mano, lo que hizo el murciano con determinación y seguridad. Por el pitón derecho tuvo que esforzarse más puesto que el animal se empleaba menos, pero por el izquierdo logró protagonizar momentos realmente brillantes, ejecutando naturales largos y sentidos que le hubiesen valido para abrir la puerta grande de no haber fallado con el estoque.

Perdió las manos el escurrido Miura que salió en segundo lugar –protestado de salida- y fue sustituido por un sobrero de El Ventorrillo que embistió mucho pero sin clase y sin emplearse. La buena voluntad de Manuel Escribano se perdió en un maremágnum de pases que nunca llegaron al tendido.
Le faltó convencimiento para provocar de verdad al segundo de su lote, complicado porque se lo pensaba antes de arrancarse a embestir.

Como había hecho en su primero, se fue a portagayola a recibir al que cerraba festejo, un ejemplar que en la tablilla marcó 647 kilos aunque no lo parecía. Y también, como había hecho en sus anteriores turnos, banderilleó con solvencia y eficacia. La faena transcurrió entre intermitencias e indecisiones. Tandas cortas y sin demasiado sometimiento, a veces con pases muy cortos y rematados por arriba. Tuvo fijeza y prontitud el Miura, que respondía mejor cuando lo llevaban por abajo, pero Escribano no acabó de acoplarse con él, que en un desplante le prendió de manera dramática. Afortunadamente el percance no fue fatal, pero ayudó a que, tras la estocada, se le concediese un apéndice.

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